La voz en off de una persona cuya identidad y circunstancias de tiempo y lugar se desconocen, pero que por su tono de voz podemos situar en el ecuador o la madurez de su existencia, evoca en su canto los recuerdos que vienen a su memoria a llegar el mes de diciembre. Huellas de pisadas en la nieve, son de villancicos, olor de las galletas que se están haciendo en la cocina, y adornos por doquier son fogonazos de esas “escarchadas” navidades del pasado que flotan como el aire, las “más dulces” que ese anónimo narrador nos transmite. De ahí que, al cerrar los ojos, contemple los “alegres rostros de los niños” que, con el paso del tiempo, “hoy tienen niños propios”. Ese ambiente que culminaba la mañana de navidad, con la “familia alrededor del árbol”, es evocado de forma nostálgica, de ahí que el relato concluya de forma harto melancólica reconociendo que: “cuando llega diciembre, recuerdo todas las navidades que conocí.”
El anterior párrafo, que es posible evoque en el lector páginas de Charles Dickens, no es más que la transcripción más o menos novelada del ya clásico tema navideño Christmas memories, que interpretaba con su maestría habitual el “viejo ojos azules”. No deja de ser curioso que en esa pieza no se aluda para nada a lo que realmente supone la celebración de la navidad, sino que los festejos se vinculan a acontecimientos que permanecen en la memoria, es decir, a la visión subjetiva que de la navidad tiene una persona ya madura y ligada a visiones, sonidos e incluso olores percibidos en la etapa de su niñez y que vincula de forma indisoluble a la navidad.
Justo hoy he finalizado la lectura del libro Insert Coin (que recomiendo vivamente), la antología de relatos breves que José Luís Garci ha publicado en la editorial Reino de Cordelia. Uno de esos relatos, el escrito en 1987 y titulado Navidades de película, comparte con el tema navideño de Sinatra el identificar los festejos navideños con las vivencias subjetivas del autor. Y en el mismo se contiene este párrafo en el que intenta explicar qué son para él las navidades, un párrafo que comparte el mismo principio insinuado por “la voz” en su tema sonoro:
“Lo más bonito de las Navidades era pensar en ellas. La Navidad, es obvio, tiene algo especial.Nunca he pidido descubrir su misterio, saber dónde se encuentra su magia. Creo que es algo que va más allá de la unidad familiar, de los buenos deseos de los corazones, de los regalos, del Adeste Fideles o de las vacaciones. La magia, el hechizo de la Navidad es mucho más profundo. Yo siempre sentía -y siento- como un temblor desconocido en mi línea de flotación. La Navidad es como una quinta estación que nunca aparece -ni aparecerá- en los calendarios, pero que todos cumplimos por dentro. A lo mejor, resulta que la Navidad es, sencillamente, nuestra infancia.”
Creo que tanto Garci como Sinatra dan en el clavo. Creencias religiosas aparte, es evidente que la Navidad es la infancia o, propiamente hablando, los recuerdos de la infancia vinculados a los festejos navideños. De ahí que no haya “una” navidad, sino tantas como personas, dado que cada individuo durante sus años tiernos habrá tenido su especial y particular percepción de la misma. Es evidente que no vea ni afronte con el mismo animo estas fiestas quien acumule vivencias agradables de esos años de infancia y juventud que alguien que únicamente posee malos recuerdos. El paso del tiempo diluye y aleja temporalmente las fases vitales de la persona pero, a la vez, de forma harto paradójica, acerca poderosamente esos recuerdos.
En definitiva, eso y no otra cosa es la navidad: recuerdos de sonidos, estampas, olores, canciones que nuestra mente vincula a las festividades navideñas durante nuestra infancia.
De ahí que nada mejor que ofrecer a los lectores de esta bitácora ese delicioso tema musical de Frank Sinatra, el Christmas memories con cuya evocación abríamos la presente entrada.
Felices fiestas a todos!!!