LUIS XVI Y LA REVOLUCIÓN FRANCESA.

El último número de la revista Historia National Geographic contiene un breve pero interesantísimo artículo sobre el proceso y condena del rey Luis XVI de Francia por una Convención autoproclamada representante del pueblo. La ejecución del monarca galo el día 21 de enero de 1793 marcó el inicio de uno de los periodos más tristes de la historia de Francia, el conocido como “el terror” y que se prolongaría más de un año, donde la protagonista indiscutible fue “madame guillotine”. Es cierto que ciento cincuenta años antes el monarca inglés Carlos I fue condenado a muerte por el Parlamento británico y ejecutado, pero a su muerte no siguió un torrente de sangre de ciudadanos británicos, tal y como sucedió en el caso francés.

Quienes tenemos formación jurídica poseemos respecto a este acontecimiento histórico una auténtica deformación histórica. En las aulas y en muchas obras se nos habla entre éxtasis orgiásticos de los derechos del hombre, del principio de legalidad, de la sustitución de la soberanía del monarca por el principio de soberanía nacional, de la representación popular y de toda una serie de conceptos jurídicos que, evidentemente, supusieron un notable avance en el derecho público. Pero no se nos dice una sola palabra del coste en vidas de esa mutación. El periodo donde día tras día cada jornada cientos de personas, algunas únicamente por meras sospechas, eran conducidas a la guillotina a purgar comportamientos que en ocasiones únicamente existían en la mente de los tristemente célebres “tribunales revolucionarios”, púdica denominación con la que se disfrazaba la realidad de un comité de verdugos; el periodo donde tuvo lugar un auténtico genocidio en la zona de La Vandee, una región dominada por sentimientos monárquicos y contrarevolucionarios; el periodo dominado por la tristemente célebre figura del “incorruptible” Maximilien de Robespierre, un auténtico lunático genocida al que se disfrazó de intachable guardián del espíritu revolucionario jacobino. Obras como la de Pierre Gaxotte y Fernando Díaz Plaja muestran esa cara oculta de la Revolución francesa tan escondida en las aulas de la facultad. Quizá la mejor descripción de estos años se deba a Thomas Jefferson, un admirador de los balbuceos iniciales del proceso revolucionario francés: “El árbol de la libertad debe ser vigorizado de vez en cuando con la sangre de patriotas y tiranos: es su fertilizante natural”. No obstante, la propia revolución acabó, como Saturno, devorando a sus hijos. Marat fue asesinado en el baño por Carlota Corday, en una escena inmortalizada en el célebre cuadro de David, que pretendió dar a su lienzo un aurea de tragedia griega presentando a la víctima con una dignidad que el personaje distó mucho de tener; Dantón, el lider de la facción girondina, acabó en la guillotina condenado por sus antaños aliados jacobinos. No obstante, hasta los propios dirigentes y el pueblo francés acabaron hartos de vivir en el miedo y el 9 thermidor Robespierre, Saint Just y toda la camarilla jacobina acabaron siendo detenidos y conducidos al cadalso, compartiendo así la suerte de sus víctimas.

Toda esa sangría y coste en vidas no era un precio que necesariamente hubiera de satisfacerse para lograr la emancipación de la monarquía absoluta. Cien años antes, al otro lado del canal de la Mancha, el ejemplar pueblo anglosajón logró destronar a Jacobo II, entronizar a un monarca como Guillermo III bajo un régimen de monarquía limitada y establecer un catálogo de derechos sin derramamiento de sangre y sin una alteración sustancial del orden social existente. Dos modelos o estilos de avanzar en el tiempo.

4 comentarios en “LUIS XVI Y LA REVOLUCIÓN FRANCESA.

  1. Yurainis Carolina

    Para mi consepto me parece que la revolucion francesa se inicio por falta de comunicacion entre las sociedades que exitian en esa epoca y no supieron tomar las deciciones y si hubieran llegado alas mismas condiciones

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  2. lucas

    Cordialmente no creo que en la formacion juridica seamos victimas de una deformacion historica, mas bien se realiza un enfoque en los grandes logros de la revolucion por adecuacion y pertinencia en la materia, reparando justamente en las figuras juridicas. Por otra parte coincido en que la sangre derramada no era necesario a los fines de emancipacion, lo cual puede dar lugar a un estudio posterior sin lugar a dudas, pero sin desjerarquizar de algun modo los logros en materia de derechos, opacandolos o desplazandolos de alguna manera.

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  3. jose

    Me encanta cuando se escribe cuestionando algún hecho, no debemos creernos todo lo que nos cuentan (no?) pero en la revolución francesa como dices, se cometen «errores» y «errores» (por decirlo menos), aunque creo que debemos rescatar la esencia de tal situación, bueno al menos lo digo desde mi perspectiva como latinoamericano. Por nuestra propia historia sabemos que es estar bajo la opresión, por lo cual atendemos a la libertad como nuestra máxima idea, por decirte que nosotros no comprendemos la lógica de una monarquía, entonces el sólo hecho de encontrarse en una situación así amerita pensar en el concepto de la libertad y el ser súbdito, como digo es mi pensamiento y el que percibo en mi continente, tal vez los europeos sean nostálgicos de la realeza. Saludos!

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