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ADIÓS A ANTÓN GARCÍA ABRIL, EL «PADRE» DE «MADRE ASTURIAS»

El pasado día 27 de marzo de 2021 fallecía, a consecuencia del COVID-19, el compositor aragonés Antón García Abril. Es fundamentalmente recordado por sus brillantísimas sintonías que acompañaban a las cabeceras de programas de televisión o a bandas sonoras de teleseries. Si algo caracterizaba sus melodías, amén de tener la facultad de quedarse grabadas de forma indeleble en la memoria, era el enorme poder de evocación capaz de aunar imágenes y tonos. ¿Acaso la sintonía de Curro Jiménez no evoca la imagen de cuatro bandoleros cabalgando por los riscos de Sierra Morena? ¿Quién no asocia la cabecera de Anillos de oro con esa imagen de cientos de alianzas matrimoniales cayendo desde las alturas hacia un fondo indeterminado? Quienes como el redactor de estas líneas vivieron su infancia y adolescencia en la Asturias de los ochenta ¿Acaso el tema de Segunda Enseñanza no le traslada con la imaginación al claustro del edificio histórico de la Universidad de Oviedo y a lugares hoy desaparecidos como la mítica librería Ojanguren (que en la serie era regentada nada menos que por un señorial Javier Escrivá)?  ¿Hay acaso quien no evoque los patios de la Alhambra y aromas nazaríes al escuchar el tema principal de Réquiem por Granada? Que el lector juzgue por sí mismo en este último caso, pues la música no venía acompañada por otra imagen que los nombres de los protagonistas y responsables de la serie, más los sones ya eran suficientes para abrir la imaginación tan sólo escuchando la sintonía inicial:

No obstante, me interesa destacar una melodía en especial de la que es responsable el maestro García Abril, y que le vinculará de forma indisoluble con estas tierras asturianas. El fallecido compositor fue el autor de varios temas de clara inspiración tradicional asturiana, entre los cuales destaca sobremanera uno para mí inolvidable. El turolense fue nada menos que el “padre” musical de Madre Asturias, al ser el responsable de musicalizar unos versos de José León Delestal para mayor gloria del tenor asturiano Joaquín Pixán. Como si fuera hoy recuerdo a mi padre llegando a casa con uno de los míticos vinilos, que aún conservo como auténtico tesoro, cuya portada compartían el intérprete (Joaquín Pixán) el autor (Antón García Abril) y el director (Jesús López Cobos). El álbum, repleto de temas asturianos, se iniciaba precisamente con ese tema donde un personaje (de quien ninguna información se transmite más que es un asturiano que se encuentra alejado de su lugar de origen) entona un emotivo canto a su tierra natal. Merece la pena escuchar esta delicadísima pieza:

Descanse en paz, maestro.

«MÚSICA DE AYER» COMO EVASIÓN DE LAS «DECEPCIONES DE HOY».

Si algo debo a mis mayores, sobre todo a mi abuelo paterno y a mi progenitor, es la afición a una música tan típicamente española como es el género chico. En este sentido, mi abuelo, pese a residir en una ciudad tan aparentemente alejada de los grandes eventos como Mieres del Camino, supo atesorar un importante tesoro discográfico con las grabaciones de Zarzuela realizadas por las casas Hispavox y EMI-Odeón, que hoy guardo como un auténtico tesoro. De ahí que las voces de Alfredo Kraus, Pedro Lavirgen, Renato Cesari, Luis Sagi-Vela, Dolores Pérez y Josefina Cubeiro, así como las batutas de dos grandes como fueron Pablo Sorozábal y Federico Moreno Torroba no me sean en modo alguno ajenas. De ahí que, ante la cada vez más decepcionante realidad jurídica que nos circunda, con un Poder Judicial envilecido y entregado y con resoluciones que invitan no ya al desánimo sino a la desesperación, en no pocas ocasiones acudo a la única medicina capaz de mitigarlo: esa “música de ayer” que hacía las delicias de mi abuelo y de mi padre.

Precisamente Música de ayer es el título de una película dirigida por Juan de Orduña en 1959 y que, aun cuando su argumento evocaba los folletines decimonónicos, realmente constituía un homenaje al género chico, algo que se explicitaba al comienzo del film, cuya primera escena (tras unos títulos de crédito expuestos mientras una orquesta interpretaba el preludio de La Revoltosa, uno de los grandes títulos del género) lo explicita a través de las palabras del director. El argumento, es decir, el amor que la protagonista, Laura Gayán (interpretada por la soprano Ana María Olaria) hija de los porteros del palacio de Carlos, Conde de San Telmo (a quien encarnaba Armando Calvo, uno de los grandes galanes del cine de los años cuarenta y cincuenta), pero que se veía forzada por las circunstancias a contraer matrimonio con Esteban (a quien daba vida José Moreno, el actor preferido de Orduña) es lo de menos, pues lo importante era la sucesión de números musicales que aparecían a lo largo de los ciento diez minutos de la obra. Fragmentos de La Gran Vía, La viejecita, Agua, azucarillos y aguardiente, Molinos de Viento y, por supuesto, el inmortal dúo de La Revoltosa (insertado en un dramático momento donde la pareja protagonista se encontraba en plena crisis matrimonial, lo cual constituía un lejano eco del célebre vesti la giubba) es posible que suene lejano e incluso cursi a las generaciones de hoy, más a quien suscribe, que roza con los dedos las cincuenta primaveras, escuchar dicha música posee un efecto tranquilizador.


Como ya indicamos, la protagonista, Ana María Olaria, era cantante profesional. No así sus colegas masculinos, de ahí que Armando Calvo fuese doblado en los números musicales por el grandísimo barítono Luis Sagi Vela (que, curiosamente, diez años más tarde volvería a doblar al mismo actor en la adaptación cinematográfica de la zarzuela El Caserío) mientras que el también barítono Tomás Álvarez fuese el encargado de prestar su voz a José Moreno en las dos intervenciones musicales que éste poseía a lo largo de la obra. El film cuenta con la que, a mi modesto entender, es quizá la mejor interpretación que se ha efectuado del Vals del Caballero de Gracia, uno de los números más logrados de La Gran Vía, que se inserta en una escena donde el conde de San Telmo ensaya dicha pieza en una de las estancias de su amplia residencia, acompañado por miembros de su familia. Escuchen a una de las mejores voces del género zarzuelístico interpretando esta alegre y divertida pieza:

Al personaje un tanto siniestro de Esteban se le reservan dos números, uno de los cuales es el célebre zorcico La del pañuelo rojo, que en el film se ubica en el examen que se efectúa en el conservatorio. He aquí ese instante donde la voz de Tomás Álvarez desborda sentimientos:

Se da una circunstancia curiosa. Justo diez años antes de rodarse el film, Luis Sagi-Vela había realizado una grabación de ese mismo zorcico que, en realidad, no es que desmereciese a la interpretación de Tomás Álvarez, sino que incluso, en mi modesta opinión de aficionado, la superaba con creces. No obstante, parece claro que una misma voz no podía aparecer en dos personajes distintos. He aquí la versión que Sagi Vela realizó de La del pañuelo rojo:

Es posible que muchos de los lectores no comprendan del todo esta entrada, pero lo cierto es que en momentos de cierto enojo o desesperanza, acudo a refugiarme en esos vinilos que mi abuelo escuchaba en su modesta vivienda en el pueblo de Mieres, y que años después mi padre continuó escuchando en su residencia de Gijón. Son el mejor remedio para ello. Escuchar a Alfredo Kraus atacando el No puede ser de La tabernera del puerto, a Carlo del Monte entonando el vibrante Canto a la espada del Huésped del Sevillano, a Luis Sagi Vela clamando Por el amor de una mujer en Luisa Fernanda, a Josefina Cubeiro entonando la Canción de Cossette en Bohemios, o a Dolores Pérez esperando ansiosa a su amado Pablo en Maruxa disipan todos los negros nubarrones que pueden atenazar a uno.

Sirva esta entrada de recuerdo y agradecimiento a mi abuelo y a mi padre, que supieron inculcarme ese amor por la música. Y qué mejor forma de finalizar esta entrada con una de las más conocidas piezas de este género, el dúo de Felipe y Mari Pepa en La Revoltosa, en la que es la versión de referencia: la del film dirigido en 1969 por Juan de Orduña con el omnipresente José Moreno (encarnando a Felipe con la voz de Luis Sagi Vela) y Elisa Ramirez (haciendo de Mari Pepa, con la voz de Isabel Rivas)

LA IRONÍA COMO MEDIO DE EXPONER LAS VERGUENZAS DE LA ADMINISTRACIÓN: FEDERICO CHUECA Y EL «VALS DE LA SEGURIDAD»

Ante un funcionamiento incorrecto de la Administración o de sus agentes caben dos posibilidades. La primera es la crítica o ataque súbito, directo, crudo y personal, que tiene la ventaja de liberar instantáneamente las endorfinas, pero a su vez posee el inconveniente de facilitar al poder las herramientas para contraatacar a su vez con el ejercicio de la potestad sancionadora. La segunda opción es obrar de forma harto más sutil, con mente fría, dejando reposar la situación y echar mano de la ironía y el humor para exponer las carencias de los entes públicos y la ineptitud de algunos de sus empleados.

Imaginémonos a un probo ciudadano, don Homobono Sutil, que atesora incuestionables motivos de queja contra un agente de las fuerzas municipales, que incluso serían extensibles a todo el Cuerpo. Apliquemos las dos posibilidades anteriormente expuestas a esa situación concreta. Imaginemos que el probo ciudadano, ante un abuso concreto de un agente de seguridad, opta por echarles en cara que no valen más que para imponer sanciones a comportamientos irrelevantes y a personas que saben que no van a plantear problemas. El ciudadano habría expulsado todo el malestar de su interior, pero puede encontrarse con que el agente criticado eche mano de su bolígrafo (ya sea de tinta o electrónico) y le imponga una sanción por “conducta vejatoria, burlas o molestias intencionadas”. Y lo peor, que esa sanción económica, que no será precisamente reducida, sea vea confirmada en sede judicial, como ha ocurrido con la Sentencia 69/2016 del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número Uno de Gijón dictada en autos de Procedimiento Abreviado 237/2015, según la cual espetarle a un miembro de la Policía Local que no sabe más que echar multas “comporta un trato desconsiderado” y “menoscaba su capacidad profesional.”

Pero supongamos que don Homobono Sutil, haciendo honor a su apellido, decide ir por la vía irónica y opta por silbar, tararear e incluso atreverse a entonar con letra una de las más divertidas críticas que se han efectuado, en concreto en una conocidísima pieza musical del género chico estrenada el 2 de julio de 1886 en el Teatro Felipe de Madrid. La obra en cuestión no es otra que La Gran Vía, zarzuela en un acto y cinco cuadros con libreto de Felipe Pérez González y música del célebre e inmortal dúo integrado por Federico Chueca y Joaquín Valverde. Su argumento es ciertamente algo peculiar, porque en dicha obra las calles de Madrid toman vida para saludar a la nueva arteria madrileña, pues habían dado comienzo las obras de derribo de varios inmuebles para construir dicha vía. La obra en cuestión tiene páginas inolvidables, como el Vals del Caballero de Gracia, el Tango de Menegilda o la Jota de los Ratas. No obstante, si por algo se caracteriza la citada obra de Chueca y Valverde es por el inmisericorde retrato que se efectúa de los agentes de la policía madrileña, que queda explicitado en dos momentos. En primer lugar, cuando en la célebre Jota de los Ratas, los agentes se vanaglorian de haber capturado a tres simpáticos carteristas que, sin utilizar violencia o intimidación alguna sino tan sólo la velocidad de sus manos, efectúan lo que ellos mismos describen como: “funciones gratuitas de prestidigitación”. Así, mientras los agentes transportan la jaula (la “ratonera”) donde se encuentran prisioneros los “ratas” y se alaban de su talento y pericia, los prisioneros se escapan por el lado opuesto sin que los jocosos agentes se percaten de dicha huida, lo que desde el punto de vista musical se explicita en siguiente sexteto:

LOS TRES AGENTES

LOS TRES RATAS

Caiga la trampa

Con precaución,

Que ya tenemos

Dentru el ratón

Este serviciu

Pronto saldrá

En las colúminas

De “El Imparcial” ¡Ra!

 

¡Ay que gracia tiene

Esta ratonera

Que se van los Ratas

De cualquier manera

Vamos con cuidado

Sin pestañear

Y ya van mil veces

Que nos chuleamos

De la autoridad ¡Ria!

Ofrecemos al lector una versión íntegra de la Jota de los Ratas debida nada menos que a los recordados Payasos de la tele, Gaby, Fofó y Miliki:

Pero Chueca y Valverde no detuvieron su crítica ahí, sino que la continuaron en la misma obra con el Vals de la seguridad, una pieza que incluso en algunas versiones ha llegado a suprimirse. Por ejemplo, en la grabación efectuada por Ataúlfo Argenta no aparece, sin embargo en la realizada por Rafael Frühbeck de Burgos podemos encontrar al barítono Antonio Blancas interpretando este inmisericorde retrato al óleo de un “policía de seguridad” que se vanagloria de su éxito mientras a su alrededor se van enumerando los hechos delictivos que se van produciendo ante la mirada impotente del pueblo. Aunque el policía y el coro tienen intervenciones separadas, en ocasiones se solapan las mismas, dando un divertidísimo contraste entre la idílica visión que de la seguridad municipal ofrece el agente con la realidad que contemplan los ciudadanos. Ofrecemos aquí la letra íntegra de dicha pieza:

POLICÍA DE SEGURIDAD

CORO

Soy salvaguardia de la sociedad

Soy policía de seguridad;

Un polizonte por este coté

Y por aquí ya lo ve usté

Con esta mano sostengo el bastón

Con esta el sable, que no es de latón

Y si me encuentro cualquier criminal

Yo nunca se qué mano echar

¡Ja, ja,ja!

¡Ya lo se”

¡Jo, jo jo”

Todo se halla en paz

En la población

Y si alquien se queja

No tiene razón..

Porque debe haber

Gran tranquilidad

Con la policía de seguridad.

Si hoy se me escapa un pillastre ladrón

O si no doy con un tuno gandul

Es porque no tengo a mano un cañón

Como el que tuvo el señor Barba Azul

Mas si algún día lo llego a tener

Y es un proyecto del cual voy en pos

En cuanto que yo empiece a cañonazos

¡Apaga y vamonos!

Soy salvaguardia de la sociedad

Soy policía de seguridad;

Un polizonte por este coté

Y por aquí ya lo ve usté

Con esta mano sostengo el bastón

Con esta el sable, que no es de latón

Y si me encuentro cualquier criminal

Yo nunca se qué mano echar

¡Polizonte de mi chic

No se encuentra ni en París!

¡Ando, corro, vengo, voy!

¡Y ni un solo momento tranquilo me estoy!

 

 

 

¡Han robado a Gil!

¡Han herido a Juan”

¡Y a mi me han pegao

Cuatro bofetás”

¡Bueno está el país!

¡Qué seguro está”

¡Con la policía de seguridad!

¡Ja, ja, ja!

¡Oh, oh, oh!

Eh, eh, eh!

¡Ah, ah, ah!

¡Qué singular

Innovación!

¡Cuánto dinero le cuesta

Esto a la pobre Nación!

¡Con tanto habler

Y yanyo hacer

Guasa viva

Es lo que trae el gaché!

¡Qué barbaridad!

¡Qué barbaridiz!

¡Valgame San Pedro

Cómo está Madriz!

Pues ya verá ustez

A la sociedad

Que no está segura

Con seguridad!

¡Y con tanto correr nunca a tiempo llegó”

 

Aunque la versión clásica es la que en los años sesenta del siglo veinte interpretó Antonio Blancas con Rafael Frühbeck de Burgos al frente de la Orquesta Filarmónica de España, ofrecemos al lector una versión más reciente, del año 2001 donde Luis Álvarez pone la voz a este divertido “policía de seguridad”, bajo la dirección musical de Miguel Roa.

Juzguen por ustedes mismos las dos críticas, la descarnada y la irónica, así como los efectos de ambas y cual de ellas puede tener más éxito. La Administración pública española, que suele ser inmune al insulto o al ataque directo, no lo es tanto al ridículo. Claro que, también es posible que ciertos órganos jurisdiccionales como el también mencionado consideren que la ironía es una forma de burla y que la letra de este “vals de la seguridad”, al denigrar la imagen de la policía local, no puede ser interpretada en público.

«QUÉ PARTIDO HAS PERDIDO CHIQUILLA»: EL MUNDO DEL FÚTBOL EN LA ZARZUELA «DON MANOLITO.»

Don manolito

En la tarde noche de ayer, en un partido no apto para cardíacos que paralizó el país de extremo a extremo, se celebró la final de la Champions, donde por segunda vez se enfrentaban los dos equipos de la capital. Por segunda vez, el Real Madrid salió vencedor, en esta ocasión necesitando ventilarse la cuestión en la lotería de los lanzamientos desde el punto de penalti. Mi simpatía, ocioso es decirlo para quienes me conocen, iba con el equipo colchonero, pues soy rojiblanco por partida doble (del Sporting de Gijón y del Atlético de Madrid) casi desde la cuna.

Lo que muy pocos saben es que el mundo del futbol tiene acto de presencia en una de las piezas de la última época de nuestro género chico. Y es que en el año 1943, cuando ya se había iniciado en cierta manera el declive del género, el maestro Pablo Sorozábal estrena la zarzuela Don Manolito. Uno de los momentos más apasionantes y divertidos es aquél en el que el joven Guillermo acude gozoso al encuentro de su novia Margot para comunicarle…..que el club de fútbol Maravillas ha ganado a su rival, el Centro. Es una pieza musicalmente vibrante, que describe de forma antológica las alegrías de un aficionado que, al son de la música va evocando ante su estupefacta pareja los avatares acaecidos dentro y fuera del terreno de juego con un estilo casi diríamos de periodista deportivo.

Qué mejor forma de homenajear al deporte rey que ofrecer esta pieza que une música y balompié de forma antológica y muy meritoria, teniendo en cuenta el año de su composición y que entonces el deporte rey no había alcanzado ni con mucho las cotas de prestigio y audiencia de las que goza hoy. Aquí les dejo, para que disfruten, esta deliciosa pieza del «Gol«, cuyo mismo comienzo da idea del resto del contenido: «Qué partido has perdido chiquilla.…..» Espero que la disfruten.

FELICES FIESTAS…..A RITMO DE VILLANCICOS!!!!

Esta nochebuena, quisiera desde esta bitácora felicitar las fiestas a todos los lectores. Y para ello, nada mejor que hacerlo con temas navideños interpretados por las que considero son las mejores voces que han interpretado estas canciones evocadoras de árboles navideños, nieve, luces, Santa Claus y trineos….. Espero sinceramente que les gusten.

FELICES FIESTAS A TODOS!!!!!!

1.- El clásico White Christmas interpretado por Dean Martin.

2.- El no menos clásico Jingle Bells, en una alegre versión que abordan al alimón Bing Crosby y las Andrew Sisters.

3.- No podía faltar en este repertorio el “viejo ojos azules”, el inolvidable Frank Sinatra, quien nos informa que Santa Claus is coming to town.

4.- Esta felicitación estaría incompleta sin el “rey” Elvis, quien entona unas Blue Christmas.

5.- Un villancico clásico, O holy night, en las voces de Plácido Domingo y Luciano Pavarotti.

IN MEMORIAM: LUIS SAGI VELA.

Luis Sagi Vela

Como ya he dicho en otra ocasión, de mi abuelo paterno (una persona con unas inquietudes intelectuales y un acervo cultural muy por encima de la media, teniendo en cuenta sus circunstancias -un humilde trabajador en la pequeña villa de Mieres-, y de cuyo triste e inesperado fallecimiento se cumplirán mañana nueve años) heredé una enorme afición a nuestro género chico, dado que gracias a él tuve acceso a una enorme discografía de los años cincuenta y sesenta, la edad de oro de la lírica española. Uno de los inolvidables intérpretes fue el gran Luis Sagi Vela, a quien dedicamos en su día un post. Pues bien, el pasado día 18 de febrero de 2013, el mismo día en que cumplía los noventa y nueve años, fallecía Sagi Vela en su domicilio madrileño. Con él no sólo desaparecía casi un siglo de vida española, sino toda una época, la época gloriosa de la zarzuela española.

Un año antes, con motivo de su nonagésimo octavo cumpleaños, el programa La zarzuela le realizó una entrevista  en la que demostraba que los años no habían en modo alguno mermado su magnífica lucidez y capacidad evocadora. En una emotiva entrevista, que constituyó su auténtico testamento artístico, repasó toda su vida desde su mismo nacimiento (contaba con un enorme sentido del humor cómo en el estreno de la zarzuela Las golondrinas, del maestro Usandizaga, él se encontraba en primerísima fila: en el vientre de su madre, la soprano Luisa Vela, quien tan sólo unos días después dio a luz al niño Luis). Pese a ser hijo de dos grandísimos intérpretes (su padre, Emilio Sagi Barba, uno de los grandes barítonos de aquellos años poseía su propia compañía artística y su madre, Luisa Vela, era la prima donna de dicha compañía), la iniciación del adolescente Luis Sagi Vela en el mundo de la música se debió a una pura casualidad que él mismo explica en dicha entrevista con un envidiable sentido del humor. Con tan sólo dieciocho años debutó bajo la dirección de su padre interpretando el papel de Juan Pedro en La rosa del azafrán, y si algo lamento es que no exista (o al menos no me consta) ninguna grabación de la celebérrima canción del sembrador. El propio Sagi recordaba su triunfo con La del manojo de rosas. Tenía Luis Sagi Vela una voz de barítono, pero de un timbre que le permitía en ocasiones interpretar papeles de tenor (como, por ejemplo, el Juan Luís de El huésped del Sevillano, del maestro Guerrero) e incluso papeles tradicionalmente abordados por sopranos, como el papel del rey en la zarzuela El rey que rabió. A quienes por edad no pudimos verle interpretar in situ nos quedarán para siempre sus grabaciones: Luisa Fernanda, El conde de Luxemburgo, Molinos de Viento, El caserío, La verbena de la Paloma, La revoltosa. Sorprendentemente se retiró de la escena aún en plena capacidad, a mediados de los cincuenta, según el mismo contó para hacerse cargo del cuidado de su familia, aunque no perdió contacto con el mundo de la música al trabajar en un cargo directivo de la compañía EMI-Odeón. Sin embargo, para hacer honor a su palabra, salió de su retiro en el año 1966 para interpretar el musical El hombre de la Mancha, según el mismo contó en una entrevista porque, en uno de sus viajes a Estados Unidos, había conocido personalmente al autor del musical y habían firmado contrato en una servilleta de papel que, en el caso de adaptar el musical al español, sería Sagi Vela quien lo interpretara (nada que ver su voz, limpia y clara, de barítono lírico con la destrozada voz de bajo de José Sacristán, quien entre sus muchas virtudes no se encuentra precisamente la de cantante, sin perjuicio de que realiza un trabajo muy digno como don Quijote, aunque a años luz de quien lo precediera). También realizó una serie de grabaciones que fueron utilizadas para la serie de zarzuelas que grabara Radio Televisión Española a finales de los sesenta. Su interpretación del Felipe de La revoltosa, el Pablo de Maruxa, el tío Santi de El caserío, su insuperable e inolvidable Vidal Hernando de Luisa Fernanda, su pícaro y simpático barbero Lamparilla de El barberillo de Lavapiés, y su joven e indomable monarca de El rey que rabió entrarán en los anales de la antología de la zarzuela, cuya historia no podrá escribirse sin situar a Sagi Vela en el encumbrado lugar de honor que por derecho propio se había labrado.

Como dato curioso, sin haber practicado profesionalmente deporte alguno, varios de sus familiares sí que destacaron en dicha faceta. Su hermanastro Emilio Sagi fue jugador profesional del Fútbol Club Barcelona, mientras que varios de sus sobrinos destacaron también en dicho equipo, pero en la sección de baloncesto. Su sobrino Emilio Sagi es actualmente un afamado director de escena aunque, a mi entender, con un excesivo afán por superar el ambiente clásico de las zarzuelas y óperas, descontextualizándolas y haciéndolas con ello difícilmente entendibles, aunque reconozco que esto es cuestión de gustos.

Desde este foro, deseo tener este recuerdo para un gran barítono y una gran persona. Descanse en paz el inolvidable Luis Sagi Vela.

ROBERT MITCHUM Y SU FACETA COMO CANTANTE.

Sin duda alguna todos los aficionados al séptimo arte conocen a Robert Mitchum. Su presencia en cualquier producción era una garantía, dado que, sin ser un grandísimo actor como lo podría ser, por ejemplo, un Laurence Olivier o un Henry Fonda, sin embargo tenía la virtud de llenar la pantalla y atraer sobre sí toda la atención. Sus apariciones, aún siendo breves, no pasaban desapercibidas. De toda su filmografía, sin duda alguna me quedo con sus papeles en La noche del cazador, Thunder road, El cabo del terror y Retorno al pasado, sin olvidar sus incursiones en el western en papeles protagonistas como El póker dela muerte o El dorado; quizá, sin embargo, su papel más atípico sea el rol que desempeñó en La hija de Ryan. Toda elección es subjetiva, por supuesto, pero son sin duda algunas de sus más destacadas apariciones en el séptimo arte. Incluso se cuenta que mientras rodaba uno de los papeles por los que es universalmente recordado, el siniestro reverendo Harry Powell de La noche del cazador, el director de la misma, el gran Charles Laughton, perdía la paciencia a la hora de dirigir a los dos niños, teniendo que asumir Mitchum el rol de director no acreditado en varias escenas donde los retoños eran protagonistas.

Sin embargo, existe una faceta de Mitchum que no mucha gente conoce, y es su incursión en el mundo de la música como cantante. Mitchum poseía una voz notable, pese a lo cual no se le dieron oportunidades para mostrarla en la gran pantalla. En la mencionada La noche del cazados existen dos escenas donde puede apreciarse su nada desdeñable voz, una en la que entona varios himnos religiosos junto con la comunidad del pueblo, y otra cuando se aposenta en las afueras de la casa donde se han refugiado los dos infantes a los que persigue y entona, con la finalidad de minar psicológicamente a los habitantes de la casa, el célebre “Leaning, leaning”. Pero Mitchum no limitó a esas dos escenas sus intervenciones musicales. Cuando produjo uno de sus títulos, Thunder Road, grabó ulteriormente el tema musical que, aún no incluido en la película, sí que se incluyó en el disco con la banda sonora. También grabó posteriormente todo un álbum titulado Calypso donde interpretaba varios temas de ritmo caribeño con un resultado muy, pero que muy aceptable. Hoy, en este breve post, queremos rendir homenaje a esa faceta musical del gran Robert Mitchum. E incluimos dos de sus grabaciones. La primera, esa Ballad of Thunder Road, donde la voz de Mitchum nos resume en poco más de tres minutos la historia del personaje principal de la película. La segunda, la animada y divertidísima From a logical point of view incluida en el album Calypso, donde con su peculiar estilo, Mitchum nos ofrece el secreto de la felicidad en el matrimonio: y es que “From a logical point of view, better marry a woman uglier tan you”. Espero que las disfruten.

 

 

MACK THE KNIFE, POR BOBBY DARIN

Una conocidísima pieza musical, Mack the Knife, cuya letra procede de una obra teatral de Bertol Brech, La opereta de los tres peniques., narra la historia de un asesino denominado precisamente Mack «el cuchillo». Quizá la versión más conocida de este pegadizo tema sea la del prematuramente fallecido Bobby Darin, que es la que aquí ofrecemos. Espero que sea del gusto de los lectores.

NIGHT AND DAY, DE COLE PORTER

El pasado fin de semana el redactor de estas líneas estuvo viendo un clásico del cine, la película Night and day, la aproximación cinematográfica a la vida de Cole Porter que allá por el año 1946 protagonizaran Cary Grant (en el rol del compositor) y Alexix Smith. El largometraje contaba además con un hecho curioso, cual era la presencia en el mismo del actor Monty Wooley (uno de los mejores amigos de Porter en la vida real) interpretándose a sí mismo; pero la cinta oscurecía, cuando no omitía determinados aspectos de la vida de Porter. Sesenta años más tarde, en el año 2004, se volvió a recrear en la gran pantalla con la película De-lovely la vida de Cole Porter, en esta ocasión interpretado por Kevin Kline, en un intento de acercarse a la vida del compositor algo más cercana a la realidad y alejada de la almibarada versión de los años cuarenta, muy apegada al rígido código existente en la época.

¿Quién no recuerda las melodías debidas a Cole Porter? Beguine the beguine, Let´s fall in love, under my skin…..y tantas y tantas otras. Pero al menos quien esto subscribe si tiene que escoger alguna de las múltiples composiciones de Porter se inclinaría por la célebre Night and day. No sólo por la música, sino por la letra cuyo comienzo es insuperable: “Like the beat beat beat of the tom-tom / When the jungle shadows fall / Like the tick tick tock of the stately clock / As it stands against the wall / Like the drip drip drip of the raindrops / When the summer shower is through / So a voice within me keeps repeating you, you, you”.

Ofrecemos al lector del blog dos interpretaciones de esta bellísima canción: la primera interpretada (y bailada) por el gran Fred Aistaire; la segunda corresponde a la segunda de las películas sobre la vida de Porter, donde el compositor va indicando al intérprete de la melodía cómo para interpretarla ha de olvidarse de la música y sentir la letra.

LUIS SAGI-VELA: UN BARÍTONO DE LOS GRANDES.

Sin duda alguna el apellido Sagi-Vela es muy conocido en el mundo del deporte. Pero hoy me interesa desde este humilde foro recordar una de las voces más limpias, uno de los barítonos más célebres que ha dado nuestro país.

Me estoy refiriendo a Luis Sagi-Vela. Hijo del barítono Emilio Sagi-Barba y de la soprano Luisa Vela, Luis Sagi-Vela nació en 1914, cuando sus padres se hallaban de gira representando la zarzuela Las golondrinas. Su padre, oyéndole cantar en cierta ocasión cuando Luís aún era un adolescente, le pareció que tenía una buena voz. Así, su debut en el escenario tuvo lugar con dieciocho años, en 1932, interpretando el papel de Juan Pedro en La Rosa del Azafrán (confieso que una de mis frustraciones ha sido no haber podido escuchar la canción del sembrador interpretada por Sagi-Vela). Su timbre de voz, en la zona fronteriza entre el barítono y el tenor, hizo que pudiese interpretar ocasionalmente papeles ideados para voces agudas e incluso en una ocasión se le puede escuchar representando un papel escrito para la voz de soprano en una versión de El rey que rabió.

Recuerdo que mi abuelo paterno, un melómano confeso, poseía una enorme colección de vinilos entre los cuales se encontraban varias grabaciones de la casa Zafiro y Emi-Odeón, casas discográficas en las que Sagi-Vela realizaba las grabaciones de célebres títulos del género chico. María la O, El huésped del Sevillano, La canción del Olvido, El conde de Luxemburgo, Manuelita Rosas, El ama, Me llaman la presumida y tantos y tantos títulos. En el año 1960 se retira de la escena, a donde sólo regresará en 1966 para interpretar El hombre de la Mancha junto a Nati Mistral, aunque la representación fue interrumpida por escasez de público. Cuenta Fernando Vizcaíno Casas en el segundo volumen de sus memorias que cuando se vio obligado a defender al productor de la obra de una demanda interpuesta por el barítono vio rechazada su pretensión por los tribunales dado que en realidad estaba instando una acción por despido improcedente y la había interpuesto cuando ya había transcurrido el plazo; Sagi-Vela tuvo el detalle de llamar a Vizcaíno Casas para felicitarle por su trabajo en el foro, y éste le reconoció que materialmente tenía toda la razón, pero estas son las cosas que ocurren en el mundo del derecho. ¡Cosas del destino (se lamentaba Vizcaíno Casas)! Treinta años después el mismo musical se estrenó de nuevo en los mismos escenarios siendo un rotundo éxito de crítica y público, y eso que el intérprete masculino no llegaba ni a la suela del zapato a Sagi-Vela.

A finales de la década de los sesenta, Federico Moreno Torroba le recuperó para que realizase las grabaciones que servirían de banda sonora a las adaptaciones que Radio Televisión Española iba a realizar de diversas zarzuelas. Así, fue el celoso Felipe de La Revoltosa, el bucólico Pablo de Maruxa, el celestino Santi de El Caserío, el rudo Vidal Hernando de Luisa Fernanda, el pícaro Lamparilla de El barberillo de Lavapiés y el aburrido monarca de El rey que rabió. No era la primera vez que Sagi-Vela ponía la voz a un personaje en la gran pantalla, algo que ya había realizado en la película de 1958 Melodías de ayer, donde doblaba al personaje de Carlos, interpretado por el actor Armando Calvo (al que, curiosamente, volvería a doblar en 1969 en El caserío).

Una gran persona y un gran barítono que merece un recuerdo especial en este blog.